Pastillas para dormir
Si estás buscando una solución farmacológica para el insomnio infórmate bien sobre las ventajas e inconvenientes en nuestro resumen de este tema tan complejo.
Si estás buscando una solución farmacológica para el insomnio infórmate bien sobre las ventajas e inconvenientes en nuestro resumen de este tema tan complejo.
Muchos siglos antes de que el médico empezara a recetarnos pastillas para dormir, el ser humano ya echaba mano de todo tipo de remedios para conciliar el sueño. Porque ni el insomnio ni sus remedios son patrimonio de nuestra época. Es cierto que el ritmo frenético del estilo de vida moderno ha agravado el problema, pero el insomnio viene de lejos.
Ya en la antigüedad se utilizaban los remedios naturales para dormir que son la base de la mayoría de los fármacos que se desarrollaron más adelante y que utilizamos en la actualidad.
En principio, deberíamos utilizar este tipo de pastillas como una medida de último recurso, cuando todas las demás opciones no han resultado suficientes para acabar con el insomnio.
Además, es aconsejable que el tratamiento farmacológico se aplique de manera transitoria y como medida complementaria a otros métodos no farmacológicos. Entre ellos estarían los cambios en el estilo de vida, en áreas como los hábitos correctos de sueño, la alimentación o el ejercicio físico entre otros.
Dado que el sueño es una faceta tan importante, no valen parches: el tratamiento del insomnio debe ser integral con el objetivo de mejorar la calidad de sueño, reducir los despertares nocturnos, incrementar el tiempo total de sueño y, en última instancia, mejorar el rendimiento durante el día. Dormir mejor para estar más despiertos.
Puede que, a la hora de elegir el fármaco que mejor se adapte a nosotros, sintamos cierta incertidumbre o preocupación, pero no tiene por qué ser así. Aquí la regla básica es dejarlo en manos de nuestro especialista en sueño, que será quien nos lo recete en función de nuestras características y necesidades particulares. Todos tenemos necesidades de sueño y problemas de insomnio distintos, por lo que es necesario un especialista que diagnostique con exactitud el tipo de fármacos que necesitaremos para combatir el insomnio.
Teniendo en cuenta todo esto, a continuación te detallamos las pastillas para dormir que suelen recomendar los especialistas en sueño a quienes sufren un insomnio grave o de larga duración que afecta de manera significativa al rendimiento durante el día:
Los más conocidos son el “zolpidem” y la “zopiclona”. Como sucede con la práctica totalidad de los tratamiento farmacológicos, debemos utilizarlos durante el menor tiempo posible.
Este tipo de fármacos son especialmente eficaces en los casos en los que existe insomnio de conciliación (cuando nos cuesta quedarnos dormidos). Una de sus ventajas es que respetan las fases del sueño y potencian los estados del sueño lento profundo, tienen pocas interacciones con otros medicamentos y tienen menos riesgos de crear tolerancia y dependencia en comparación con las benzodiacepinas. Además, se toleran bien y tienen muy pocos efectos secundarios.
Las “sustancias Z” no han demostrado ser más eficaces que las benzociacepinas. Pero, en general, son fármacos más seguros. Por último, hay que tener en cuenta que a veces no resultan efectivos si se han tomado benzodiacepinas durante mucho tiempo.
Seguro que te sonarán, ya que son algunos de los remedios más conocidos y habituales para combatir el insomnio. En este grupo se encuentran fármacos como “lormetazepam”, “lorazepam”, “diazepam”, “clonazepam”, “clorazepato”, “flunitrazepam”, “midazolam”, “triazolam”, “brotizolam”, “loprazolam”, “flurazepam”, “quazepam”, “funitrazepam” y otros con denominaciones similares.
Desde que comenzaron a comercializarse, los profesionales de la salud los han recetado con frecuencia al considerarse muy seguros. Entre sus ventajas está el hecho de que disminuyen el tiempo que se tarda en conciliar el sueño y el número de despertares durante la noche. Además, aumentan el tiempo total de sueño por lo que se percibe una mejora subjetiva de la calidad del sueño.
Pero ahora llega la letra pequeña: aunque incrementan la eficiencia del sueño, alteran su arquitectura, es decir, afectan a los tiempos de las diferentes fases del sueño. Otro inconveniente es que pueden generar dependencia y, si se interrumpen de manera brusca, pueden producir un efecto rebote o síndrome de abstinencia.
Por ello, si dejamos de consumirlos, debemos hacerlo siempre de manera progresiva. En general, no es recomendable usarlos durante más de 4 o 5 semanas. Como siempre, será nuestro médico quien deba supervisar y valorar de manera continuada la necesidad de mantener el tratamiento para poder retirarlo cuanto antes.
En este grupo se incluyen fármacos bajo la denominación de “trazodona”, “doxepina”, “amitriptilina”, “mirtazapina” y “mianserina”. Tienden a utilizarse sobre todo cuando los hipnóticos no benzodiacepínicos o las benzodiacepinas no han dado resultado o cuando existen, además del insomnio, síntomas depresivos. Tienen un efecto sedante y se utilizan especialmente en los casos de insomnio de mantenimiento y de despertar precoz. Además, ayudan a reducir los altos niveles de cortisol que muchas personas con insomnio presentan.
La combinación de las pastillas presentadas anteriormente se utiliza cuando el insomnio no ha mejorado tras el tratamiento farmacológico basado en benzodiacepinas. Este tratamiento es aconsejable cuando, además de padecer insomnio, se sufre depresión o un trastorno de ansiedad.
Estos fármacos se utilizan en el tratamiento de la epilepsia. Aunque su eficacia para combatir el insomnio no está claramente demostrada, se utilizan a menudo en los casos en los que coinciden el insomnio y el dolor crónico. Aumentan el sueño profundo y disminuyen los despertares nocturnos. Quienes sufren insomnio perciben una mejora en la calidad de su sueño.
La melatonina de liberación prolongada (2 mg) se diseñó para imitar la secreción natural de melatonina. Esta modalidad de melatonina (2 mg) mantiene niveles similares a los fisiológicos durante toda la noche.
Los estudios científicos realizados apuntan a su eficacia en personas con insomnio mayores de 55 años, ya que ayuda a dormir con mayor facilidad, mejorando la calidad del sueño sin alterar su arquitectura. Además, disminuye la somnolencia y favorece un mejor estado de alerta, lo que redunda en un rendimiento psicomotor óptimo durante el día.
Podrás encontrarlos en la farmacia con nombres como “Levomepromazina”, “Quetiapina”, “Olanzapina” y “Clotiapina” y “Risperidona”.
Todos los antipsicóticos producen sedación. Este efecto es el que se ha utilizado para el tratamiento del insomnio. Se utilizan en casos en los que la persona sufre un trastorno psiquiátrico además de insomnio. El antipsicótico más sedante es la clozapina y el menos sedante el aripiprazol. Su principal objetivo es favorecer el inicio del sueño y su mantenimiento obteniendo así mejoras en la calidad y eficiencia del mismo. Debido a los muchos efectos secundarios de estos potentes medicamentos, no debemos usarlos como nuestra primera opción para combatir el insomnio.
Aunque los antihistamínicos se utilizan para el tratamiento de las alergias, uno de sus efectos secundarios es la somnolencia, por lo que a veces se usan para combatir el insomnio. Los más conocidos son la “Difenhidramina” y la “Doxilamina”. El problema es que no se tarda en desarrollar tolerancia a sus efectos hipnóticos y al poco tiempo ya no dan sueño. Debido a eso, es preferible no tomarlos más de dos o tres días seguidos. Además, tienen muchos efectos secundarios como somnolencia durante el día, sequedad en la boca y mareos.
Como no son somníferos propiamente dichos, es desaconsejable tomarlos en el caso de sufrir otras enfermedades, ya que generan diversos efectos que pueden alterar el tratamiento, o incluso empeorarlo, de dolencias como el glaucoma, asma y otros problemas respiratorios.
La lista de efectos secundarios no termina ahí. Muchos antihistamínicos tienen propiedades anticolinérgicas que pueden ser contraproducentes en personas mayores. Entre otras razones, porque aumentan el riesgo de demencia y de caídas, al provocar mareos, confusión y visión borrosa. Por último, tienen otros efectos secundarios muy incómodos como son las náuseas, el estreñimiento, las palpitaciones y una sudoración excesiva.
Los antagonistas de hipocretina / orexina son un novedoso tratamiento emergente para personas con insomnio que está accesible en España desde el 2015.
La orexina es una sustancia liberada por el hipotálamo en el cerebro y que permite que nos mantengamos despiertos ya que media la vigilia y orquesta la excitación en el cerebro (Graebner, Iyer y Carter, 2015).
En estados unidos se ha aprobado la prescripción de estos medicamentos para tratar el insomnio y lo hacen al bloquear la actividad de los receptores de orexina A y B lo que mejora el sueño y reduce la excitación mediada por la orexina, por eso se les conoce como antagonistas de receptores de orexina duales (Suvorexant) (Coleman, 2016). Por lo tanto, la eficiencia del sueño mejora no porque se induzca el sueño, sino por la inhibición de la vigilia. Su efecto terapéutico se basa en un inicio del sueño más rápido, mejor mantenimiento del sueño durante la noche e incluso en el último tercio de la noche.
Un ensayo aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo demostró la eficacia sostenida de Suvorexant a lo largo de todo un año, con ausencia de insomnio de rebote o efectos adversos después de la interrupción (Michelson, et al., 2014). El efecto adverso más significativo es la somnolencia diurna y la ideación suicida en dosis más altas.
Si has leído toda la lista anterior, habrás advertido la proliferación de medicamentos con efectos somníferos. Sin embargo, en mayor o menor medida, estas pastillas para dormir son un arma de doble filo que debemos manejar con cuidado si no queremos que el remedio sea peor que la enfermedad.
Cuando no dormimos, sentimos angustia y ansiedad, estamos cansados todo el día y nunca descansamos del todo ni estamos completamente despiertos. Por eso, debido a que es una solución rápida e inmediata, es natural recurrir a las pastillas para reducir a corto plazo ese malestar propio del insomnio.
En líneas generales, esta solución puede tener sentido si sufrimos insomnio agudo, es decir, de corta duración o cuando, en casos aislados, como coger un avión o sufrir jet lag, necesitamos conciliar el sueño y no podemos.
Sin embargo, si sufrimos insomnio crónico, es decir de larga duración, hay que tener cierta cautela con las pastillas. Porque, más allá del corto plazo, es posible que, lejos de solucionarse, el problema se vaya agravando con el paso del tiempo.
Así, puede que un día de repente ya no baste con una sola pastilla; ya no percibimos el mismo efecto y tenemos la tentación de doblar la dosis. A su vez, esas dos pastillas también acaban perdiendo su eficacia. Lo malo es que tampoco podemos dejar de tomarlas, ya que sin ella el insomnio empeora mucho. Todo ello conduce a un círculo vicioso de difícil salida.
Las pastillas para dormir son un medicamente y como tal, tienen efectos secundarios. Además, de los problemas de tolerancia y dependencia, pueden causar somnolencia y confusión durante el día.
Este tipo de confusión afecta especialmente a los mayores o adultos tardíos de más de 50 años. La calidad de vida puede verse muy afectada si se producen caídas y las consiguientes fracturas y lesiones.
Por todo eso, si sufres insomnio crónico, las pastillas para dormir son, a largo plazo, una mala solución. Es barrer el problema debajo de la alfombra, pero no tratarlo de raíz como se debería.
Dato curioso:
Los mayores no son los únicos que sufren problemas de dependencia a las pastillas para dormir, sino que afectan también a los más jóvenes. De acuerdo con la Encuesta sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias correspondiente al periodo 2014/2015, el 10,8% de los estudiantes había consumido hipnosedantes en los últimos 12 meses.